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viernes, 25 de octubre de 2013

Piensa menos, piensa mejor y logra más...


A medida que crecemos aprendemos a hablar, a contar, a leer y a escribir. Mucho de ensayo y error y  la mayoría de nosotros nos las arreglamos razonablemente bien.  Pero nadie nos ha enseñado jamás cómo pensar; cómo crear el tipo correcto de pensamientos y cómo evitar los pensamientos inservibles, los no productivos y hasta los negativos.  Pensar simplemente parece ocurrir como un torrente sin fin.  Lo que sea que aparezca en la mente nos lleva consigo, produce sentimientos y estados de ánimo y puede hasta alejarnos de la realidad. 

Recientemente estaba dando una charla a los ejecutivos de una autoridad aeroportuaria de Brasil, todos ligeramente estresados por tener que preparar sus aeropuertos para la Copa Mundial de Fútbol 2014. Pregunté a los participantes cómo sería si ellos dirigieran sus aeropuertos de la misma forma como dirigían sus mentes. Todos rieron, pero la pregunta era seria. Durante las horas punta, el principal aeropuerto doméstico en Sao Paulo puede alcanzar un máximo de aviones aterrizando o despegando cada dos minutos.  La mente es como un aeropuerto. Pensamientos, sentimientos, recuerdos, sensaciones e inspiraciones aterrizan y despegan aún a mayor velocidad. 

Hice un cálculo rápido: Si hay 1,440 minutos en un día, y para hacerlo fácil, pasamos 440 de ellos durmiendo, nos quedan 1,000 de estar despiertos.  Si hay alguna actividad mental cada dos segundos, esto suma 30,000 'vuelos' al día. Estos fragmentos de consciencia se arremolinan frecuentemente sin sentido, obstaculizando nuestra claridad y concentración. Los trozos y pedazos de nuestro pensar reducen nuestra determinación y productividad. De la misma manera que un aeropuerto tiene que tener un controlador de tráfico aéreo para secuenciar los vuelos y evitar accidentes, necesitamos aprender cómo pensar de manera más ordenada. La meditación raja yoga es una estupenda forma de hacer precisamente esto. Utilizando pensamientos y no negándolos o tratando de ir más allá de ellos, podemos literalmente entrenarnos para pensar menos, pensar mejor y lograr más.  Es un proceso que se lleva a cabo paso a paso: 

1) Crea un objetivo para tu meditación. Piensa en lo que quieres experimentar; por ejemplo, paz, amor o poder espiritual. Escribe algunas ideas relacionadas con la experiencia que quieres tener. Estas ideas se convertirán en el “campo de contemplación” en tu meditación.  

2) Conviértete en un observador desapegado. Mira el torrente de pensamientos como un pasajero en un tren mirando las escenas que pasan por la ventana. No trates de pelear con los pensamientos. Simplemente míralos y recuerda que tú eres su creador. Nadie más ha entrado en tu cabeza y está creando tus pensamientos. Tú lo estás haciendo. Si tú tratas de dejar de pensar en algo, esto se volverá más fuerte. Así que simplemente déjalo llegar e irse. Pon tu atención en el asiento de la consciencia, que es donde estás en realidad pensando. Visualiza un asiento sutil detrás de los ojos, en el medio de la frente, y sienta tu pensamiento allí. 

3) Recuerda tu objetivo. Digamos que has decidido experimentar tu propio poder espiritual.  Da una mirada a las ideas que has escrito. ¿Con qué está conectado el poder espiritual? ¿Pueden mis pensamientos alcanzar la Fuente del poder espiritual? ¿Cómo se siente el recargar las baterías internas? Si fueras más poderoso internamente, ¿cómo te verías con relación a tu trabajo, a tus relaciones y con las tareas que tienes que hacer? De esta manera creas un “campo de contemplación” en el que empiezas a desacelerar tu pensamiento y a volverte más enfocado.

4) Gradualmente, una de las ideas parece volverse más importante. Si tuvieras que convertirte en la esencia del objetivo del poder spiritual, ¿cuáles de los pensamientos que estás pensando está más conectado con ello?  Enfócate en ese único pensamiento. 

5) Mírate a ti mismo como un pequeño punto de energía consciente y gradualmente conviértete en la personificación de la experiencia que este pensamiento enfocado implica.  A medida que vas más profundo en la experiencia, realmente dejas de pensar. No estás más “intelectualizando” sobre lo que está pasando. Permanece allí por un tiempo, y gradualmente regresa a tu entorno.
Si puedes hacer este tipo de ejercicio mental regularmente definitivamente aprenderás a pensar menos, pensar mejor y lograr más con menos esfuerzo.  

Autor: Ken O'Donnell
Traduccion: Maria Elena Larrea

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