BRAHMA KUMARIS PERU
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jueves, 16 de enero de 2014
domingo, 5 de enero de 2014
sábado, 21 de diciembre de 2013
“El trigo vale más que el oro, porque el oro no se come”
Se pensaría que capitalismo y espiritualidad son conceptos contradictorios.
No necesariamente, porque el dinero no es malo, el problema es su uso o abuso. Por ejemplo, en el 2009, en los 40 países más pobres se gastaron 12 mil millones de dólares en educación básica y, ese mismo año, gastamos un billón 80 mil millones de dólares en armas y 70 mil millones en drogas.
¿Cómo convencer a un capitalista que su ganancia no es lo único que importa?
En las empresas que piensan solo en números, la gente trabaja hasta de noche, pero, en las que hay un ambiente de confianza, que son buenos lugares para trabajar, las reuniones son más cortas, porque no hay ese juego de egos, de competencia, y se gana tiempo… El retorno no es solo financiero, sino en bienestar, en una vida más sana, en mejor aprovechamiento del tiempo.
En países con gran desempleo, muchos empresarios ven al trabajador como un objeto a exprimir...
Si están interesados en dinero, hay estudios que demuestran que vale la pena invertir en las personas, porque el retorno es mucho mayor. Es mucho mejor tener un ambiente más espiritualizado, más humano, que uno que solo se base en los números.
¿Tú sientes que el mundo está evolucionando hacia esta nueva filosofía?
Hay tres tipos de empresa: el tipo, que es la mayoría, que piensa que la responsabilidad social es del gobierno y que el negocio es negocio. El segundo tipo está experimentando cómo trabajar con más conciencia, en esta onda de responsabilidad social y ambiental. Y hay una minoría, que es estable a través de las crisis, que tiene una interacción plausible con la naturaleza y está haciendo cosas en forma muy consciente.
¿Algún ejemplo?
La mayor empresa de cosméticos de América Latina se llama Natura y tiene una política: lo que dicen lo hacen. El logo de Unilever tiene pájaros, gente, árboles, porque su propósito es sustentar la vida. No le interesa qué hace Procter& Gamble o Nestlé. Lo que le interesa es hacer algo relevante para este mundo.
¿Países como Japón, con cultura de trabajo más colectiva, funcionan mejor?
En el Japón, treinta personas son un “nosotros” y aquí son treinta “yos”.
Pero también es un país de altas tasas de suicidios por la competitividad.
También ahí hay otros problemas, porque hay una falsa armonía. Armonizar allí significa mantener todo bajo la alfombra y eso no ayuda. La gente tiende a creer en esa lógica samurái de que es mejor matarse que admitir un error. Pienso que es mejor invertir en la cultura propia que importar otras culturas.
¿Qué se pudo hacer con la crisis causada por la avaricia de los bancos?
Yo, sinceramente, no veo mucha solución. Veo un quiebre, porque esta manera de proceder es insustentable: está colapsando. Todo el sistema financiero está basado en créditos, en el concepto de deuda, pero las cosas tienen un valor intrínseco. En esencia, el trigo tiene mucho más valor que el oro, porque el oro no se puede comer.
¿Cómo hablarle de esto a un empresario modelo Wall Street?
Se puede argumentar por números. ¿Por qué tener clientes que crean en tu producto y en tu propósito? Porque hay mucha competencia. En Brasil, hay 42 marcas de autos y el comprador tiene muchas opciones. ¿Y qué es lo diferencial? El trato, el servicio, la ética. Las personas están obligando a que las escuchemos. Los compradores no quieren “sonrisas amarillas”, sonrisas falsas, sino ser tratados por personas en quienes puedan creer. Si no, me voy a la tienda de al lado.
Tú has asesorado gobiernos. ¿Qué hacer para evitar la corrupción?
¡Andar con guardaespaldas! (Risas)
¿Pero se puede?
El gobierno no gana dinero, usa dinero nuestro, pero el mal uso de recursos nuestros es la misma cosa. En la experiencia que he tenido, no es tanto un problema del Ejecutivo, sino más de los senadores y congresistas y de la gerencia media de los ministerios.
¿Qué pasos se pueden dar?
El otro día dije que sería bueno privatizar los gobiernos (risas) o los ministerios, porque estamos a merced de los vicios institucionalizados. Pero si existe la oportunidad y tenemos una persona líder y fuerte, podemos hacer cosas.
¿Gobernar desde la espiritualidad?
La historia tiene ejemplos de personas que gobernaron a partir de los valores humanos, y la espiritualidad es la práctica de verdad de valores entre personas y otras personas y la sociedad. Si hacemos una encuesta, la gente quiere un gobierno que funcione, un gobierno ético.
¿Cómo?
El voto es la única arma para cambiar en una democracia y la población tiene que estar muy atenta. Yo vengo de Australia, por ejemplo, donde hay, de vez en cuando, casos de corrupción, pero, para el resto, primeramente, la persona es execrada y expulsada, y, después, nunca más puede aparecer en público.
¿Eres optimista a futuro…?
Yo creo que habrá una ruptura y que, a corto plazo, las condiciones van a empeorar, y que, a largo plazo, habrá un cambio de algún tipo, algún reciclaje de nosotros, de nuestras cabezas. Pero no podemos ser muy optimistas simplemente pasando pintura encima de cosas podridas.
Entrevista de La Republica a Ken O' Donnell, Consultor internacional en calidad y desarrollo organizacional holístico.
Nací en Australia hace 53 años. Me doctoré en Química, pero sentía un gran vacío espiritual. Hace 30 años, descubrí Brahma Kumaris, organización india para el crecimiento espiritual, y aprendí el arte de la Meditación Raja Yoga. Luego, creé el programa Autogestión y calidad de vida que está en 29 países. Ahora vivo en Sao Paulo, he escrito más de 10 libros y soy consultor de decenas de organizaciones, entre ellas la Unesco y el PNUD.
domingo, 1 de diciembre de 2013
Sueño de calidad y mejores pensamientos = menos cansancio
Una encuesta
llevada a cabo por el respetable instituto de sondeo de votos IBOPE, publicada
el 12/11/2013, revelò que el 98% de los brasileños se sienten un poco o muy cansados,
mental y físicamente. Ellos
entrevistaron a 1,499 personas, incluyendo hombres y mujeres, entre los 18 y los 65
años de edad, habitantes de ciudades brasileñas. Para el 70% de los
encuestados, el ritmo acelerado de la vida diaria y el estrès son la principal
razón para ello. Debo
admitir que he observado este mismo fenòmeno en muchos
otros países.
Hace casi cuarenta
años aprendì algo que originò un cambio fundamental en mi vida. Me dì cuenta que la calidad del
sueño es mucho màs importante que la cantidad. Me entrenè para dormir
5 ò 6 horas en lugar de 8, a la vez que me sentía realmente mejor. Desde entonces he
ganado màs de 3 años de tiempo que hubiera pasado durmiendo. He utilizado ese tiempo extra para hacer
muchas cosas constructivas tales como escribir este
blog! Entendì ademàs que la calidad de los
pensamientos es la principal fuente del cansancio; que si pudiera pensar menos
y mejor, de hecho tendrìa màs energìa.
Por ejemplo, puedo trabajar intensamente
durante 12 horas dando alegremente los toques finales a algùn creativo trabajo
fìsico, y no desgastarme como cuando estoy preocupado o desanimado. Definitivamente he experimentando que a
travès de la pràctica de la meditaciòn puedo disminuir y hasta eliminar el
pensamiento de desperdicio que induce a la fatiga.
Como parte de mi
propia disciplina personal, empecè a levantarme muy temprano para meditar y
tomar beneficio de lo que se conoce como 'amrit vela' - las 'horas del nèctar'
en India. Esto es entre las
4 y las 6 de la mañana. A esa hora hay el máximo silencio en la mayorìa de
lugares del mundo. Antes
de involucrarme en el mundo de la acciòn, preparo mi estado interno y afirmo mi
valor intrínseco.
A
continuaciòn un ejemplo del tipo de determinaciòn que creo dentro de mì: “Pase lo que pase durante el sinnùmero de
eventos del dìa, yo mantendrè mi ecuanimidad. Nada
ni nadie podràn llevarse lo que soy. Soy
bàsicamente un ser de paz, amor y contentamiento. La gente serà como es. Yo no puedo cambiarla. Las situaciones llegaràn como tengan que
llegar. No tratarè de controlarlas. Màs bien controlarè mi estado interno y, a
travès de ello, influenciarè sobre los demàs en forma positiva. Los obstàculos son
oportunidades para aprender.”
Al
practicar esto conscientemente descubrì que podìa pasar a travès de las escenas
y los escenarios, observando cuando tenía que hacerlo y participando cuando
correspondìa. Podìa
separar lo esencial de lo inùtil y por lo tanto reducir la cantidad de
pensamientos. El tema no es desarrollar
mètodos de descanso, sino aprender còmo no cansarse tanto.
(Siguiente
blog: Pensar menos, pensar mejor (parte
2)).
Autor: Ken O'Donnell
Traduccion: Maria Elena Larrea
viernes, 1 de noviembre de 2013
El arte de la conversación
¿Cuántas veces somos capaces de tener la
conversación que realmente queremos tener? – una que pueda aclarar todo residuo
de malentendidos y marcar el camino hacia un futuro claro. Conversar quiere decir ver algo en conjunto
con alguien. Si veo las cosas de forma
diferente a los otros, la comunicación se puede romper completamente. Communicare
en latín literalmente quiere decir compartir lo que es común. El arte de la conversación significativa se basa
en establecer un terreno común con la persona con la que hablo, independientemente
de su edad o sus antecedentes culturales, sociales o educacionales. Si yo no puedo hacer este esfuerzo o no lo
hago, existe un peligro real de que la conversación se convierta en dos
monólogos. Esto es especialmente
importante cuando el resultado es crucial o cuando el tema es difícil.
En el transcurso de los años he tenido
la gran fortuna de visitar casi cien países, cubriendo muchas culturas y
tradiciones. Definitivamente puedo decir
que las diferencias entre nosotros son bastante superficiales. Tenemos mucho más en común unos con otros de
lo que nos imaginamos.
He preguntado '¿qué es importante en una buena relación entre dos seres humanos?' a las más diversas audiencias – científicos en Grecia, vendedoras en Argentina, pobladores indígenas en Bolivia, trabajadores en India, monjes en Corea. Invariablemente, todos respondieron lo que usted, lector, está probablemente pensando en este momento –respeto, confianza, honestidad, empatía y demás. Las madres aman a sus hijos y sufren por ellos en todas partes, y generalmente de forma muy parecida. Los choferes de taxi en Sydney, Estambul o Madrid se molestan igual y probablemente por las mismas razones. Las palabras pueden ser distintas pero los gestos son los mismos. Tanto el presidente como la recepcionista de una misma compañía quieren ser felices si pueden, quieren amar y ser amados si es posible y buscan comprender y ser comprendidos. Después de todo, ambos son seres humanos por encima de los roles que desempeñan.
He preguntado '¿qué es importante en una buena relación entre dos seres humanos?' a las más diversas audiencias – científicos en Grecia, vendedoras en Argentina, pobladores indígenas en Bolivia, trabajadores en India, monjes en Corea. Invariablemente, todos respondieron lo que usted, lector, está probablemente pensando en este momento –respeto, confianza, honestidad, empatía y demás. Las madres aman a sus hijos y sufren por ellos en todas partes, y generalmente de forma muy parecida. Los choferes de taxi en Sydney, Estambul o Madrid se molestan igual y probablemente por las mismas razones. Las palabras pueden ser distintas pero los gestos son los mismos. Tanto el presidente como la recepcionista de una misma compañía quieren ser felices si pueden, quieren amar y ser amados si es posible y buscan comprender y ser comprendidos. Después de todo, ambos son seres humanos por encima de los roles que desempeñan.
Debajo de los colores de la piel,
credos, idiomas y preferencias, valoramos y anhelamos de forma parecida. Sólo tengo que alejarme y ver el terreno
común en el que puedo encontrar a los demás tal como son, sin prejuicios. Dejar de hacer esto lleva a los malentendidos
y al conflicto.
Particularmente, debo entender que la imagen de las otras personas que llevo en mi mente probablemente no sean para nada ellos. Yo le hablo a “mis” ellos y ellos le hablan a “su” mí. Y ninguno de nosotros realmente conversa con el verdadero ser detrás de las imágenes.
Particularmente, debo entender que la imagen de las otras personas que llevo en mi mente probablemente no sean para nada ellos. Yo le hablo a “mis” ellos y ellos le hablan a “su” mí. Y ninguno de nosotros realmente conversa con el verdadero ser detrás de las imágenes.
¿Cuántas veces puede mi visión ver
detrás de una mente que es diferente a la mía, de un intelecto que trabaja a
otro nivel, y de un kit de rasgos de personalidad que tienen poco que hacer con
los míos? ¿Cuántas veces se conecta el
alma con el alma de manera que se pueda compartir la verdadera comprensión
común? Este es el reto.
Autor: Ken O'Donnell
Traduccion: Maria Elena Larrea
viernes, 25 de octubre de 2013
Piensa menos, piensa mejor y logra más...
A medida que crecemos aprendemos a
hablar, a contar, a leer y a escribir. Mucho de ensayo y error y la mayoría de nosotros nos las arreglamos
razonablemente bien. Pero nadie nos ha
enseñado jamás cómo pensar; cómo crear el tipo correcto de pensamientos y cómo
evitar los pensamientos inservibles, los no productivos y hasta los
negativos. Pensar simplemente parece
ocurrir como un torrente sin fin. Lo que
sea que aparezca en la mente nos lleva consigo, produce sentimientos y estados
de ánimo y puede hasta alejarnos de la realidad.
Recientemente estaba dando una charla a
los ejecutivos de una autoridad aeroportuaria de Brasil, todos ligeramente
estresados por tener que preparar sus aeropuertos para la Copa Mundial de Fútbol
2014. Pregunté a los participantes cómo
sería si ellos dirigieran sus aeropuertos de la misma forma como dirigían sus
mentes. Todos rieron, pero la pregunta
era seria. Durante las horas punta, el
principal aeropuerto doméstico en Sao Paulo puede alcanzar un máximo de aviones
aterrizando o despegando cada dos minutos. La mente es como
un aeropuerto. Pensamientos, sentimientos, recuerdos, sensaciones e inspiraciones aterrizan y despegan aún a
mayor velocidad.
Hice un cálculo rápido: Si hay 1,440
minutos en un día, y para hacerlo fácil, pasamos 440 de ellos durmiendo, nos
quedan 1,000 de estar despiertos. Si hay
alguna actividad mental cada dos segundos, esto suma 30,000 'vuelos' al día. Estos
fragmentos de consciencia se arremolinan frecuentemente sin sentido,
obstaculizando nuestra claridad y concentración. Los trozos y pedazos de nuestro pensar
reducen nuestra determinación y productividad. De la misma manera que un aeropuerto tiene que
tener un controlador de tráfico aéreo para secuenciar los vuelos y evitar
accidentes, necesitamos aprender cómo pensar de manera más ordenada. La meditación raja yoga es una estupenda forma
de hacer precisamente esto. Utilizando
pensamientos y no negándolos o tratando de ir más allá de ellos, podemos
literalmente entrenarnos para pensar menos, pensar mejor y lograr más. Es un proceso que se lleva a cabo paso a
paso:
1) Crea un objetivo para tu meditación. Piensa
en lo que quieres experimentar; por ejemplo, paz, amor o poder espiritual. Escribe algunas ideas relacionadas con la
experiencia que quieres tener. Estas
ideas se convertirán en el “campo de contemplación” en tu meditación.
2) Conviértete en un observador
desapegado. Mira el torrente de
pensamientos como un pasajero en un tren mirando las escenas que pasan por la
ventana. No trates de pelear con los pensamientos. Simplemente míralos y recuerda que tú eres su creador. Nadie más ha entrado en tu cabeza y está
creando tus pensamientos. Tú lo estás
haciendo. Si tú tratas de dejar de
pensar en algo, esto se volverá más fuerte. Así que simplemente déjalo llegar e irse. Pon tu atención en el asiento de la
consciencia, que es donde estás en realidad pensando. Visualiza un asiento sutil detrás de los
ojos, en el medio de la frente, y sienta tu pensamiento allí.
3) Recuerda tu objetivo. Digamos que has decidido experimentar tu
propio poder espiritual. Da una mirada a
las ideas que has escrito. ¿Con qué está
conectado el poder espiritual? ¿Pueden
mis pensamientos alcanzar la Fuente del poder espiritual? ¿Cómo se siente el recargar las baterías
internas? Si fueras más poderoso
internamente, ¿cómo te verías con relación a tu trabajo, a tus relaciones y con
las tareas que tienes que hacer? De esta
manera creas un “campo de contemplación” en el que empiezas a desacelerar tu
pensamiento y a volverte más enfocado.
4) Gradualmente, una de las ideas parece
volverse más importante. Si tuvieras que
convertirte en la esencia del objetivo del poder spiritual, ¿cuáles de los
pensamientos que estás pensando está más conectado con ello? Enfócate en ese único pensamiento.
5) Mírate a ti mismo como un pequeño
punto de energía consciente y gradualmente conviértete en la personificación de
la experiencia que este pensamiento enfocado implica. A medida que vas más profundo en la
experiencia, realmente dejas de pensar. No
estás más “intelectualizando” sobre lo que está pasando. Permanece allí por un tiempo, y gradualmente regresa
a tu entorno.
Si puedes hacer este tipo de ejercicio
mental regularmente definitivamente aprenderás a pensar menos, pensar mejor y
lograr más con menos esfuerzo.
Autor: Ken O'Donnell
Traduccion: Maria Elena Larrea
Nada ni nadie pueden quitarnos nuestro verdadero valor
A lo largo de los años debo haber
hablado con cientos de personas que buscaban orientación, para ayudarlos a
enfrentar algún problema personal. De
una u otra forma, siempre terminábamos hablando sobre el auto-respeto. Especialmente en los casos en que la persona
se sentía descorazonada o incapaz frente a un obstáculo; siempre parecía haber
una falta de capacidad de reconocer y sostener el sentido de la
auto-valoración.
Poco tiempo después de lanzar el libro 'Valores Humanos en el Lugar de Trabajo' fui
invitado a dar una charla sobre el tema en el Banco Central de Brasilia. Debido a que iba a ser televisada a todas sus
sucursales a lo largo del país, me acerqué al lugar el día anterior para
asegurarme de que todo estaba bien. Al
entrar al edificio en Brasilia unos atractivos afiches llamaron mi
atención. Se había lanzado una campaña
para que la gente tuviera más cuidado con los billetes de banco.
Me informaron que se hubiera podido ahorrar
hasta 15 millones de dólares al año si
las personas no manejaran mal el dinero impreso. Esto me dio una idea de lo podía hacer con mi
charla. Esa noche hice una fotocopia a
color de un billete de 100 reales (alrededor de 50 dólares). Al día siguiente, después de diez minutos de
iniciada la charla saqué el billete de mi bolsillo y dije que me sentía
generoso y que se lo daría a quien levantara la mano. Alrededor de ocho personas levantaron la mano.
Muy ceremoniosamente arrugué el billete y les pregunté si todavía lo querían. Dijeron que por supuesto que sí. Una de las organizadoras me miró desesperada
como diciendo “¿qué estás haciendo? ¿qué
fue de la campaña?” Le indiqué que no debía
preocuparse.
Luego lo lance al suelo
y lo pisé con fuerza. A la pregunta de
si todavía lo querían, la gente respondió que sí. Finalmente, lo tome y lo rompí en dos. En medio del sorprendido silencio de la
audiencia ofrecí ambos pedazos al primero que los quiso. En su calidad de empleado del banco bromeó
“Supongo que puedo cambiarlo en el Banco Central”. Hubo aún más asombro (y alivio) cuando anuncié
que era un billete falso. Calmé con una
mirada a la nerviosa encargada de la organización. Expliqué que nunca haría algo así con un
billete verdadero. Que lo hice para
mostrar la base del auto-respeto y, así, el comportamiento basado en
valores. De alguna manera somos como un
billete verdadero. No importa lo que el
mundo pueda hacer con nosotros. Pueden
arruinarnos. Pueden pisotearnos. Hasta pueden rompernos en dos. Pero aún así, nuestro valor intrínseco no
cambia.
El auto-respeto es el conocer y aferrarnos a nuestro propio valor. Hay aspectos de nuestra consciencia básica que
no cambian con las circunstancias. Es
como un ADN espiritual. A pesar que
fluctuamos con las escenas cambiantes a nuestro alrededor, ciertas cualidades
profundas como el amor, la paz, la felicidad y la verdad son nuestro balance
interno. Forman parte nuestra. Nada ni
nadie pueden llevárselo. Los perdemos
básicamente porque nos olvidamos quiénes somos realmente. Cuando eso ocurre, también nos olvidamos lo
que es verdaderamente nuestro.
Autor: Ken O'Donnell
Traduccion: Maria Elena Larrea
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