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domingo, 13 de octubre de 2013

II. Visión futura, acción presente (cont.)



En un estudio de 21 civilizaciones extintas, el gran historiador del siglo XX, Arnold Toynbee, encontró dos factores comunes en todas ellas – la concentración de la riqueza y la propiedad en las manos de una minoría; y la incapacidad de realizar los cambios necesarios a tiempo.  El mundo está enfermo y necesita desesperadamente sabios y valerosos líderes

Aún con todas estas claras advertencias, muchos insisten en aplicar diferentes versiones de la vieja e insuficiente mecánica visión de la realidad en un afán de evadir o postergar las dificultades.  Este enfoque, por más parcial y limitado que sea, tal como fue teorizado por los grandes como Sir Isaac Newton, Sir Francis Bacon, René Descartes y otros ‘santos´ de la administración  moderna como Frederick Winslow Taylor, está muy vigente.  

Parece increíble que más de ochenta años después que las implicancias de la física cuántica destruyeran el pensamiento clásico, muchos todavía consideren al universo de objetos y personas como un sistema inalterable y lineal, hecho de pequeños bloques separados que pueden ser observados y por lo tanto controlados de manera previsible.  El defecto principal de este viejo paradigma radica en imaginar que al comprender las cosas podemos imponerles un orden determinado.  El temblor de tierra más leve derriba esta ilusión.

Si nos detuviéramos para entender la dinámica complejidad de la forma cómo invertimos nuestras vidas y nuestros bienes, podríamos aprender una gran lección, especialmente en estos días de predicciones apocalípticas: es mucho mejor estar preparado para lo que pueda ocurrir que planear meticulosamente un futuro incierto.

Es tiempo de dejar de pretender que podemos continuar siendo insensibles a las necesidades de nuestro planeta.  La única utopía es de hecho el creer que podemos avanzar hacia un futuro mejor sin hacer cambios fundamentales en nuestra manera de pensar y de hacer las cosas.  

Se dice mucho sobre el poder del pensamiento para cambiar la dirección del individuo en un mundo complejo, pero el poder de la voluntad es aún más fuerte.  Cuando este poder está alineado con nuestro potencial innato, se vuelve irresistible.  .

(Extracto del libro "El Espíritu del Líder, Vol. 1”, Ken O´Donnell, Editora Integrare, São Paulo.)

Traduccion: Maria Elena Larrea

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