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viernes, 25 de octubre de 2013

Nada ni nadie pueden quitarnos nuestro verdadero valor


A lo largo de los años debo haber hablado con cientos de personas que buscaban orientación, para ayudarlos a enfrentar algún problema personal. De una u otra forma, siempre terminábamos hablando sobre el auto-respeto.  Especialmente en los casos en que la persona se sentía descorazonada o incapaz frente a un obstáculo; siempre parecía haber una falta de capacidad de reconocer y sostener el sentido de la auto-valoración.

Poco tiempo después de lanzar el libro  'Valores Humanos en el Lugar de Trabajo' fui invitado a dar una charla sobre el tema en el Banco Central de Brasilia. Debido a que iba a ser televisada a todas sus sucursales a lo largo del país, me acerqué al lugar el día anterior para asegurarme de que todo estaba bien.  Al entrar al edificio en Brasilia unos atractivos afiches llamaron mi atención.  Se había lanzado una campaña para que la gente tuviera más cuidado con los billetes de banco. 

Me informaron que se hubiera podido ahorrar hasta 15  millones de dólares al año si las personas no manejaran mal el dinero impreso. Esto me dio una idea de lo podía hacer con mi charla. Esa noche hice una fotocopia a color de un billete de 100 reales (alrededor de 50 dólares).  Al día siguiente, después de diez minutos de iniciada la charla saqué el billete de mi bolsillo y dije que me sentía generoso y que se lo daría a quien levantara la mano.  Alrededor de ocho personas levantaron la mano. Muy ceremoniosamente arrugué el billete y les pregunté si todavía lo querían.  Dijeron que por supuesto que sí.  Una de las organizadoras me miró desesperada como diciendo  “¿qué estás haciendo? ¿qué fue de la campaña?”  Le indiqué que no debía preocuparse.

Luego lo lance al suelo y lo pisé con fuerza.  A la pregunta de si todavía lo querían, la gente respondió que sí.  Finalmente, lo tome y lo rompí en dos.  En medio del sorprendido silencio de la audiencia ofrecí ambos pedazos al primero que los quiso.  En su calidad de empleado del banco bromeó “Supongo que puedo cambiarlo en el Banco Central”.  Hubo aún más asombro (y alivio) cuando anuncié que era un billete falso.  Calmé con una mirada a la nerviosa encargada de la organización.  Expliqué que nunca haría algo así con un billete verdadero. Que lo hice para mostrar la base del auto-respeto y, así, el comportamiento basado en valores.  De alguna manera somos como un billete verdadero.  No importa lo que el mundo pueda hacer con nosotros.  Pueden arruinarnos.  Pueden pisotearnos.  Hasta pueden rompernos en dos.    Pero aún así, nuestro valor intrínseco no cambia.   
  
El auto-respeto es el conocer y aferrarnos a nuestro propio valor.  Hay aspectos de nuestra consciencia básica que no cambian con las circunstancias.  Es como un ADN espiritual.  A pesar que fluctuamos con las escenas cambiantes a nuestro alrededor, ciertas cualidades profundas como el amor, la paz, la felicidad y la verdad son nuestro balance interno.  Forman parte nuestra. Nada ni nadie pueden llevárselo.  Los perdemos básicamente porque nos olvidamos quiénes somos realmente.  Cuando eso ocurre, también nos olvidamos lo que es verdaderamente nuestro.  

Autor: Ken O'Donnell
Traduccion: Maria Elena Larrea

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