A lo largo de los años debo haber
hablado con cientos de personas que buscaban orientación, para ayudarlos a
enfrentar algún problema personal. De
una u otra forma, siempre terminábamos hablando sobre el auto-respeto. Especialmente en los casos en que la persona
se sentía descorazonada o incapaz frente a un obstáculo; siempre parecía haber
una falta de capacidad de reconocer y sostener el sentido de la
auto-valoración.
Poco tiempo después de lanzar el libro 'Valores Humanos en el Lugar de Trabajo' fui
invitado a dar una charla sobre el tema en el Banco Central de Brasilia. Debido a que iba a ser televisada a todas sus
sucursales a lo largo del país, me acerqué al lugar el día anterior para
asegurarme de que todo estaba bien. Al
entrar al edificio en Brasilia unos atractivos afiches llamaron mi
atención. Se había lanzado una campaña
para que la gente tuviera más cuidado con los billetes de banco.
Me informaron que se hubiera podido ahorrar
hasta 15 millones de dólares al año si
las personas no manejaran mal el dinero impreso. Esto me dio una idea de lo podía hacer con mi
charla. Esa noche hice una fotocopia a
color de un billete de 100 reales (alrededor de 50 dólares). Al día siguiente, después de diez minutos de
iniciada la charla saqué el billete de mi bolsillo y dije que me sentía
generoso y que se lo daría a quien levantara la mano. Alrededor de ocho personas levantaron la mano.
Muy ceremoniosamente arrugué el billete y les pregunté si todavía lo querían. Dijeron que por supuesto que sí. Una de las organizadoras me miró desesperada
como diciendo “¿qué estás haciendo? ¿qué
fue de la campaña?” Le indiqué que no debía
preocuparse.
Luego lo lance al suelo
y lo pisé con fuerza. A la pregunta de
si todavía lo querían, la gente respondió que sí. Finalmente, lo tome y lo rompí en dos. En medio del sorprendido silencio de la
audiencia ofrecí ambos pedazos al primero que los quiso. En su calidad de empleado del banco bromeó
“Supongo que puedo cambiarlo en el Banco Central”. Hubo aún más asombro (y alivio) cuando anuncié
que era un billete falso. Calmé con una
mirada a la nerviosa encargada de la organización. Expliqué que nunca haría algo así con un
billete verdadero. Que lo hice para
mostrar la base del auto-respeto y, así, el comportamiento basado en
valores. De alguna manera somos como un
billete verdadero. No importa lo que el
mundo pueda hacer con nosotros. Pueden
arruinarnos. Pueden pisotearnos. Hasta pueden rompernos en dos. Pero aún así, nuestro valor intrínseco no
cambia.
El auto-respeto es el conocer y aferrarnos a nuestro propio valor. Hay aspectos de nuestra consciencia básica que
no cambian con las circunstancias. Es
como un ADN espiritual. A pesar que
fluctuamos con las escenas cambiantes a nuestro alrededor, ciertas cualidades
profundas como el amor, la paz, la felicidad y la verdad son nuestro balance
interno. Forman parte nuestra. Nada ni
nadie pueden llevárselo. Los perdemos
básicamente porque nos olvidamos quiénes somos realmente. Cuando eso ocurre, también nos olvidamos lo
que es verdaderamente nuestro.
Autor: Ken O'Donnell
Traduccion: Maria Elena Larrea
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