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viernes, 25 de octubre de 2013

Piensa menos, piensa mejor y logra más...


A medida que crecemos aprendemos a hablar, a contar, a leer y a escribir. Mucho de ensayo y error y  la mayoría de nosotros nos las arreglamos razonablemente bien.  Pero nadie nos ha enseñado jamás cómo pensar; cómo crear el tipo correcto de pensamientos y cómo evitar los pensamientos inservibles, los no productivos y hasta los negativos.  Pensar simplemente parece ocurrir como un torrente sin fin.  Lo que sea que aparezca en la mente nos lleva consigo, produce sentimientos y estados de ánimo y puede hasta alejarnos de la realidad. 

Recientemente estaba dando una charla a los ejecutivos de una autoridad aeroportuaria de Brasil, todos ligeramente estresados por tener que preparar sus aeropuertos para la Copa Mundial de Fútbol 2014. Pregunté a los participantes cómo sería si ellos dirigieran sus aeropuertos de la misma forma como dirigían sus mentes. Todos rieron, pero la pregunta era seria. Durante las horas punta, el principal aeropuerto doméstico en Sao Paulo puede alcanzar un máximo de aviones aterrizando o despegando cada dos minutos.  La mente es como un aeropuerto. Pensamientos, sentimientos, recuerdos, sensaciones e inspiraciones aterrizan y despegan aún a mayor velocidad. 

Hice un cálculo rápido: Si hay 1,440 minutos en un día, y para hacerlo fácil, pasamos 440 de ellos durmiendo, nos quedan 1,000 de estar despiertos.  Si hay alguna actividad mental cada dos segundos, esto suma 30,000 'vuelos' al día. Estos fragmentos de consciencia se arremolinan frecuentemente sin sentido, obstaculizando nuestra claridad y concentración. Los trozos y pedazos de nuestro pensar reducen nuestra determinación y productividad. De la misma manera que un aeropuerto tiene que tener un controlador de tráfico aéreo para secuenciar los vuelos y evitar accidentes, necesitamos aprender cómo pensar de manera más ordenada. La meditación raja yoga es una estupenda forma de hacer precisamente esto. Utilizando pensamientos y no negándolos o tratando de ir más allá de ellos, podemos literalmente entrenarnos para pensar menos, pensar mejor y lograr más.  Es un proceso que se lleva a cabo paso a paso: 

1) Crea un objetivo para tu meditación. Piensa en lo que quieres experimentar; por ejemplo, paz, amor o poder espiritual. Escribe algunas ideas relacionadas con la experiencia que quieres tener. Estas ideas se convertirán en el “campo de contemplación” en tu meditación.  

2) Conviértete en un observador desapegado. Mira el torrente de pensamientos como un pasajero en un tren mirando las escenas que pasan por la ventana. No trates de pelear con los pensamientos. Simplemente míralos y recuerda que tú eres su creador. Nadie más ha entrado en tu cabeza y está creando tus pensamientos. Tú lo estás haciendo. Si tú tratas de dejar de pensar en algo, esto se volverá más fuerte. Así que simplemente déjalo llegar e irse. Pon tu atención en el asiento de la consciencia, que es donde estás en realidad pensando. Visualiza un asiento sutil detrás de los ojos, en el medio de la frente, y sienta tu pensamiento allí. 

3) Recuerda tu objetivo. Digamos que has decidido experimentar tu propio poder espiritual.  Da una mirada a las ideas que has escrito. ¿Con qué está conectado el poder espiritual? ¿Pueden mis pensamientos alcanzar la Fuente del poder espiritual? ¿Cómo se siente el recargar las baterías internas? Si fueras más poderoso internamente, ¿cómo te verías con relación a tu trabajo, a tus relaciones y con las tareas que tienes que hacer? De esta manera creas un “campo de contemplación” en el que empiezas a desacelerar tu pensamiento y a volverte más enfocado.

4) Gradualmente, una de las ideas parece volverse más importante. Si tuvieras que convertirte en la esencia del objetivo del poder spiritual, ¿cuáles de los pensamientos que estás pensando está más conectado con ello?  Enfócate en ese único pensamiento. 

5) Mírate a ti mismo como un pequeño punto de energía consciente y gradualmente conviértete en la personificación de la experiencia que este pensamiento enfocado implica.  A medida que vas más profundo en la experiencia, realmente dejas de pensar. No estás más “intelectualizando” sobre lo que está pasando. Permanece allí por un tiempo, y gradualmente regresa a tu entorno.
Si puedes hacer este tipo de ejercicio mental regularmente definitivamente aprenderás a pensar menos, pensar mejor y lograr más con menos esfuerzo.  

Autor: Ken O'Donnell
Traduccion: Maria Elena Larrea

Nada ni nadie pueden quitarnos nuestro verdadero valor


A lo largo de los años debo haber hablado con cientos de personas que buscaban orientación, para ayudarlos a enfrentar algún problema personal. De una u otra forma, siempre terminábamos hablando sobre el auto-respeto.  Especialmente en los casos en que la persona se sentía descorazonada o incapaz frente a un obstáculo; siempre parecía haber una falta de capacidad de reconocer y sostener el sentido de la auto-valoración.

Poco tiempo después de lanzar el libro  'Valores Humanos en el Lugar de Trabajo' fui invitado a dar una charla sobre el tema en el Banco Central de Brasilia. Debido a que iba a ser televisada a todas sus sucursales a lo largo del país, me acerqué al lugar el día anterior para asegurarme de que todo estaba bien.  Al entrar al edificio en Brasilia unos atractivos afiches llamaron mi atención.  Se había lanzado una campaña para que la gente tuviera más cuidado con los billetes de banco. 

Me informaron que se hubiera podido ahorrar hasta 15  millones de dólares al año si las personas no manejaran mal el dinero impreso. Esto me dio una idea de lo podía hacer con mi charla. Esa noche hice una fotocopia a color de un billete de 100 reales (alrededor de 50 dólares).  Al día siguiente, después de diez minutos de iniciada la charla saqué el billete de mi bolsillo y dije que me sentía generoso y que se lo daría a quien levantara la mano.  Alrededor de ocho personas levantaron la mano. Muy ceremoniosamente arrugué el billete y les pregunté si todavía lo querían.  Dijeron que por supuesto que sí.  Una de las organizadoras me miró desesperada como diciendo  “¿qué estás haciendo? ¿qué fue de la campaña?”  Le indiqué que no debía preocuparse.

Luego lo lance al suelo y lo pisé con fuerza.  A la pregunta de si todavía lo querían, la gente respondió que sí.  Finalmente, lo tome y lo rompí en dos.  En medio del sorprendido silencio de la audiencia ofrecí ambos pedazos al primero que los quiso.  En su calidad de empleado del banco bromeó “Supongo que puedo cambiarlo en el Banco Central”.  Hubo aún más asombro (y alivio) cuando anuncié que era un billete falso.  Calmé con una mirada a la nerviosa encargada de la organización.  Expliqué que nunca haría algo así con un billete verdadero. Que lo hice para mostrar la base del auto-respeto y, así, el comportamiento basado en valores.  De alguna manera somos como un billete verdadero.  No importa lo que el mundo pueda hacer con nosotros.  Pueden arruinarnos.  Pueden pisotearnos.  Hasta pueden rompernos en dos.    Pero aún así, nuestro valor intrínseco no cambia.   
  
El auto-respeto es el conocer y aferrarnos a nuestro propio valor.  Hay aspectos de nuestra consciencia básica que no cambian con las circunstancias.  Es como un ADN espiritual.  A pesar que fluctuamos con las escenas cambiantes a nuestro alrededor, ciertas cualidades profundas como el amor, la paz, la felicidad y la verdad son nuestro balance interno.  Forman parte nuestra. Nada ni nadie pueden llevárselo.  Los perdemos básicamente porque nos olvidamos quiénes somos realmente.  Cuando eso ocurre, también nos olvidamos lo que es verdaderamente nuestro.  

Autor: Ken O'Donnell
Traduccion: Maria Elena Larrea

domingo, 13 de octubre de 2013

II. Inteligencia Espiritual (escrito en 1996!)


Cociente Espiritual (C.E.)
Si nuestra inteligencia es frecuentemente dominada por el estado emocional, las emociones a su vez reciben sus llamadas de atención por parte de la razón.  Por ejemplo, suena la alarma una fría mañana de invierno.  Y empieza el diálogo entre la razón y la emoción.                                      
Emoción – Hace  mucho frío hoy y estoy tan abrigado.   Quiero quedarme en mi cama sólo cinco minutos más. 
Razón - ¡No! Es hora de levantarse.  ¡La última vez quisiste sólo cinco minutos más; dormiste por una hora y llegaste tarde al trabajo!
Emoción – Por favor, hoy hace mucho frio.  No estés tan apurado.  Después de todo, me acosté muy tarde anoche.
Razón - ¡No! Levántate, flojo bueno para nada.
Emoción – Por favor, sólo dos minutos. . .
Así es cómo frecuentemente se desarrolla el diálogo interno. Querer (emoción) y saber (razón) pelean en el campo de batalla de la mente, usando los registros del subconsciente para reafirmar sus respectivos argumentos.  Queremos cosas que sabemos que no son buenas para nosotros.  Sabemos muchas cosas que no queremos saber.  Así nace el conflicto interno.  Y éste cesa sólo  cuando la fortaleza espiritual toma el mando desde el confundido, abrumado y debilitado ego. Lo que propongo es un Cociente Espiritual (C.E.), que es precisamente lo que puede guiar y fortalecer el intelecto y dar satisfacción y tranquilidad a la mente.  

                                                               
Si la inteligencia racional es lo que me ayuda a manejar las cosas y la sensibilidad emocional es lo que me ayuda a lidiar con otros seres humanos, es mi dosis de espiritualidad lo que me salva de los excesos de las otras dos.                                                                                                                                                
En lugar de una serie de preguntas y respuestas sobre el método utilizado para calcular el Cociente Emocional y el Cociente Intelectual, el Cociente Espiritual puede ser calculado automáticamente mediante la aplicación de criterios con respecto a la efectividad de mi vida.  Por ejemplo: 

  • ¿Estoy utilizando más tiempo, energía, dinero y pensamientos de los que necesito para conseguir los resultados que obtengo?
  • ¿Puedo mantener el respeto bilateral en mis relaciones?
  • ¿Juego limpio cuando trabajo con los demás?
  • ¿Mantengo mi dignidad mientras respeto la dignidad de los otros?
  • ¿Me siento en paz a pesar de tener mucho que hacer?
  • ¿Soy sensato en mis decisiones?
  • ¿Me mantengo estable en una situación de alboroto?
  • ¿Estoy más consciente de las virtudes de la gente que de sus defectos?

Estas y muchas otras preguntas pueden servir de base para calcular el Cociente Espiritual.  Si la mayoría de las respuestas es sí, usted ciertamente tiene una dosis de espiritualidad bien desarrollada.

Este artículo es de mi libro “Endocalidad:  La Dimensión Emocional y Espiritual del Ser Humano en las Organizaciones”, publicado por Editora Casa da Qualidade (1997). Fue en este libro en el que introduje el Cociente Espiritual, y es cuando este concepto apareció por primera vez en un libro, al menos en Brasil.  El mismo año, Danah Zohar introdujo también el concepto de la Inteligencia Espiritual en su libro "Recableando el Cerebro Corporativo”. Sólo me enteré de la existencia de ese libro años después.  Definitivamente, hubo sincronización.


Autor: Ken O'Donnell
Traduccion: Maria Elena Larrea

Construyendo el ser

La construcción de un edificio tiene cuatro fases – el estudio del concepto básico de la edificación; la evaluación del terreno donde se construirá; el proyecto arquitectónico; y la ejecución de la obra.  Igualmente, existen cuatro pasos para mejorar nuestra calidad interna:

·         Base conceptual—qué es calidad y cómo se pone en práctica; nociones de los procesos de visión holísticos o sistémicos y la importancia del individuo en los diversos sistemas de los cuales forma parte.
                     
·         Evaluación de la situación actual —por qué las instituciones y los individuos que las componen no se están desarrollando en todo su potencial.

·         Proyecto de auto-transformación —cómo planear e iniciar la transformación personal que aporta “calidad total” a la vida.
   
·         Construcción de una vida mejor —motivación y práctica de la auto-reflexión con el fin de desarrollar relaciones proactivas.  

Uno de los puntos principales de mi aprendizaje que siempre me ha motivado hacia este objetivo es el siguiente: Si yo busco siempre ser mejor, no tengo nada que perder.  Si el mundo mejora, yo estaré mejor preparado que alguien que no se prepara para tomar mi lugar en él.  Si el mundo empeora, mi esfuerzo para desarrollar valores positivos me ayudará entonces a enfrentar las dificultades mejor que alguien que hace nada.  Y finalmente, sin siquiera tomar en cuenta el futuro, mi esfuerzo por mejorar ahora, y las consecuentes victorias personales, grandes y pequeñas, desde ya me ayudan en el presente!  Es extremadamente interesante observar y ser parte de una fase de la historia humana que el futuro recordará como el gran momento crucial.  

Ken O’Donnell es el autor de varios libros.  Este artículo es un extracto de la introducción a su libro “Endocalidad:  Las Dimensiones Emocionales y Espirituales del Ser Humano en las Organizaciones” publicado en portugués por Casa Da Qualidade Editora (1997).



Traduccion: Maria Elena Larrea

I. Inteligencia Espiritual (escrito en 1996!)


Uno de los puntos clave de mi aprendizaje llegó a mí hace más de veinte años a través de una lectura  sobre el estado del mundo, en la cual el orador preguntó: “¿Son ustedes parte de la solución o parte del problema?”  Esto me hizo pensar profundamente si yo estaba contribuyendo con alguna acción práctica a mejorar el mundo con el que tenía contacto.  En lugar de pasar el tiempo buscando, analizando y criticando los defectos en las cosas y en las personas, traté de ver qué estaba pasando dentro de mí.  Más adelante pude ver que estos tres aspectos fundamentales de la vida estaban totalmente entrelazados, igual que en el siguiente diagrama:



Hay gente que es excelente para organizar cosas, programas y eventos en lo que se refiere a  planificación, orden, horarios y cifras.  Cuando ellos tratan de ubicar a otros seres humanos dentro de sus esquemas inteligentemente preparados, no pueden hacerlo con la misma facilidad como lo hacen con lo que está escrito o lo que está en sus cabezas.  La simple explicación es que no pueden ver que otros individuos tienen su propio libre albedrío, sus características, sus puntos de vista y sus formas de ser y hacer.  Les falta la sensibilidad para entender esta simple verdad o para detectar el tiempo y espacio que son sagrados para el otro.  Cuando delegan no tienen la paciencia para preparar a su gente para el trabajo pero no dudan en hacer notar (algunas veces gritando) su falta de preparación. 
Hay muchos que son excelentes relacionándose con los demás a la vez que respetan los derechos inalienables de todos de ser lo que son.  Son capaces de inspirar amor y comprensión con su dulzura y su reconocimiento de la condición de aquellos con los que interactúan.  Sin embargo, organizar una actividad que requiere una comprensión de detalles logísticos, límites de tiempo y montos está más allá de sus capacidades.  Se pierden en el tema, lo olvidan todo y sólo crean confusión.
Hay quienes saben cómo manejar las cosas y a las personas adecuadamente pero sus vidas internas son una montaña rusa de subidas y bajadas, que ocultan con gran esfuerzo.  Sus pensamientos, emociones, anhelos e ideas saltan a la pantalla de sus mentes en forma tan desordenada que el mundo externo se convierte en un lugar dónde escapar que los acoge, para no permanecer dentro de sus cabezas con su confusión interna.  Esto resulta en que algunos se vuelven adictos al trabajo, y otros adictos a las relaciones dependientes y con mucha carga emocional.  Ellos se vuelven dedicados a las cosas y a otras personas para escapar a la falta de paz en la casa del ser.
La firmeza, la determinación, la percepción, la valentía y otros valores importantes para la gente decidida y activa tienen que ir a la par con valores más pasivos como la paciencia, la tolerancia, el afecto y la sensibilidad cuando se trata de convivir con otros seres humanos.  Estos dos tipos de valores nacen de y son alimentados por la espiritualidad.
El verdadero balance entre organizar cosas y personas requiere una verdadera auto-disciplina y una buena dosis del más importante otro cociente  – al qué se puede llamar Inteligencia Espiritual. (continuará..).

Este artículo es de mi libro "Endocalidad: Las Dimensiones Emocionales y Espirituales del Ser Humano en las Organizaciones", publicado por Editora Casa da Qualidade (1997). En este libro introduje el CE; fue la primera vez que este concepto apareció en un libro, al menos en Brasil. Ese mismo año, en su libro “Renovando el Cerebro Corporativo", Danah Zohar también introdujo el concepto de Inteligencia Espiritual. Pude ver ese libro sólo años después.  Definitivamente se estaba dando la sincronicidad .
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SQ:  Cociente Espiritual / IQ:  Cociente intelectual / EQ:  Cociente Emocional
ME: YO / THINGS: COSAS / PEOPLE: GENTE 
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Autor: Ken O'Donnell
Traduccion: Maria Elena Larrea

III. Visión futura, acción presente


La crisis global no es sólo una cuestión de aprender cómo conservar los recursos y no contaminar más de lo que el sistema puede asimilar.  Es el espíritu humano que literalmente nos da vida el que necesita despertar.    Cuando el trabajo es motivado por un propósito e imbuido de pasión los actos, los actores, y el escenario adquieren vida.

La práctica consciente de la espiritualidad no es una  respuesta simplista al sinnúmero de problemas del mundo, algunos de los cuales fueron mencionados en los dos blogs previos.  Es la dimensión la que tiene la habilidad de cambiar nuestros patrones de pensamiento, porque está ubicada en la raíz de los mismos.  Tal como Einstein nos aconsejaba, no es posible resolver los problemas utilizando la misma mentalidad que los creó.  Podemos observar este fenómeno en la mayor parte de las organizaciones, desde empresas que tienen un solo empleado hasta oficinas de gobierno con cientos de miles de empleados; el error de pensar que el reacomodar las mismas cosas constituye un cambio.  De hecho, nada sustancial cambia si los mismos patrones mentales (las mismas personas con la misma visión del mundo) persisten en tratar de ¨controlar¨ las cosas. 

Una sociedad compleja requiere una comprensión más consciente, profunda y significativa de las situaciones a fin de resolver los problemas que la afligen. Las organizaciones públicas y privadas tienen que ”espiritualizarse” más.  Esto presupone que ellas sean dirigidas por gente que asuma la responsabilidad de crear futuros individuales y colectivos más sostenibles.  Esta es una prioridad número uno imperativa en este mundo incierto y ambiguo del inicio del milenio.

 (Extracto del libro "El Espíritu del Líder, Vol. 1', Ken O´Donnell, Editora Integrare, São Paulo.)

Traduccion: Maria Elena Larrea

II. Visión futura, acción presente (cont.)



En un estudio de 21 civilizaciones extintas, el gran historiador del siglo XX, Arnold Toynbee, encontró dos factores comunes en todas ellas – la concentración de la riqueza y la propiedad en las manos de una minoría; y la incapacidad de realizar los cambios necesarios a tiempo.  El mundo está enfermo y necesita desesperadamente sabios y valerosos líderes

Aún con todas estas claras advertencias, muchos insisten en aplicar diferentes versiones de la vieja e insuficiente mecánica visión de la realidad en un afán de evadir o postergar las dificultades.  Este enfoque, por más parcial y limitado que sea, tal como fue teorizado por los grandes como Sir Isaac Newton, Sir Francis Bacon, René Descartes y otros ‘santos´ de la administración  moderna como Frederick Winslow Taylor, está muy vigente.  

Parece increíble que más de ochenta años después que las implicancias de la física cuántica destruyeran el pensamiento clásico, muchos todavía consideren al universo de objetos y personas como un sistema inalterable y lineal, hecho de pequeños bloques separados que pueden ser observados y por lo tanto controlados de manera previsible.  El defecto principal de este viejo paradigma radica en imaginar que al comprender las cosas podemos imponerles un orden determinado.  El temblor de tierra más leve derriba esta ilusión.

Si nos detuviéramos para entender la dinámica complejidad de la forma cómo invertimos nuestras vidas y nuestros bienes, podríamos aprender una gran lección, especialmente en estos días de predicciones apocalípticas: es mucho mejor estar preparado para lo que pueda ocurrir que planear meticulosamente un futuro incierto.

Es tiempo de dejar de pretender que podemos continuar siendo insensibles a las necesidades de nuestro planeta.  La única utopía es de hecho el creer que podemos avanzar hacia un futuro mejor sin hacer cambios fundamentales en nuestra manera de pensar y de hacer las cosas.  

Se dice mucho sobre el poder del pensamiento para cambiar la dirección del individuo en un mundo complejo, pero el poder de la voluntad es aún más fuerte.  Cuando este poder está alineado con nuestro potencial innato, se vuelve irresistible.  .

(Extracto del libro "El Espíritu del Líder, Vol. 1”, Ken O´Donnell, Editora Integrare, São Paulo.)

Traduccion: Maria Elena Larrea

I. Visión futura, acción presente (cont.)



'¿Cuáles son tus planes para tu empresa dentro de 15 años?'
El ex- Vice-Presidente de los Estados Unidos de América, Al Gore, dice que se hundirá.
Esta fue la alarmante frase que apareció en el material de difusión de una conferencia pública de Al Gore a la que asistí hace algunos años en Sao Paulo, organizada por la Cámara de Comercio Americana.  Extremadamente retadora.  Ciertamente provocativa.  Quizás no tan exagerada.
Su documental “Una Verdad Incómoda”, ganador de un Oscar, tuvo record de ventas en su género.  Gore hizo más de 1,400 presentaciones sobre el tema alrededor del mundo, con auditorio lleno, en los dos años precedentes a obtener el premio. El asunto era si sólo lo escucharíamos o si actuaríamos sobre sus implicancias. 

Cualquiera que sea el caso, vivimos en tiempos de transformaciones sustanciales nunca antes vistas en la historia. Las partes política, económica, tecnológica, cultural y climática de un mismo paquete de vientos diferentes, forman juntas, un enorme huracán que está moviendo individuos, organizaciones y hasta países en un constante proceso de redefinición, ajuste y reposicionamiento.  ´Sálvese quien pueda´ se ha convertido en la regla del juego.

A nivel corporativo, muchas de las empresas que orgullosamente figuraron en la lista de las más grandes y mejores en la revista Fortune hace sólo una o dos décadas, han sucumbido a las tormentas del tiempo presente.  Millones de personas han sido lanzadas a las filas del desempleo, causado en gran medida por las “reducciones” y los “ajustes”.  La tasa de desempleo para las personas menores de 25 años en Grecia y España llegó a más del 50% en 2012.  A nivel individual hemos tenido que desarrollar habilidades nuevas y mucho más complejas, sólo para conservar nuestros trabajos.  Esto es algo que no nos hubiéramos imaginado veinte años atrás.

La edad dorada de la industria ha muerto.  A pesar del hecho de que la comunidad de empresas se ha especializado en crear empleos y riqueza, también ha contribuido de forma contundente al fracaso de los sistemas de nuestro mundo.  El llamado a dejar de pretender que todo es simplemente ¨lo mismo de siempre¨ está sonando en nuestros oídos. Hay una verdadera posibilidad de que sea demasiado tarde para buscar  líderes de empresas más sensibles a los temas de sostenibilidad.

La loca carrera hacia la supervivencia de las empresas y los países durante los últimos veinte años ha dejado una vergonzosa evidencia de guerras y conflictos; una biósfera seriamente amenazada; más y más gente humillada por el desempleo y/o la exclusión social.  Muchos de aquellos que se las han arreglado para mantener empleos razonables se ven a sí mismos actuando en contra de sus valores y principios; han trabajado más de la cuenta y se han estresado, transcurriendo sus vidas de forma alucinantemente rápida y comprimida.  Es hora de mirar profundamente dentro de nosotros mismos y revisar nuestros valores.



(Extracto del libro "El Espíritu del Líder, Vol. 1', Ken O´Donnell, Editora Integrare, São Paulo)

Traduccion: Maria Elena Larrea

martes, 8 de octubre de 2013

ECONOMÍA ESPIRITUAL

¿No es extraño que después de tantos siglos, escuelas de negocios, libros sobre 

economía, premios Nobel, estudiantes de MBA, políticos y partidos,...etc. las 

economías sigan entrando en profundas  crisis. Peor aún, que toda esa gente no sepa 

cómo resolverlas; y ni se pongan de acuerdo entre ellos en qué hacer? ¿No es 

realmente extraño?

Me parece que si seguimos confiando en sus "soluciones" 

convencionales seguiremos otros mil años de crisis económicas. Creo que las 

soluciones que necesitamos no están donde las buscan ellos sino en un 

ámbito no visible, esencial y profundo. Bienvenido a la economía espiritual.

¿Pero cuál es la causa de la prosperidad real y duradera  Con este propósito investigué 

cuáles son las causas del éxito de algunos emprendedores "diferentes", también 

estudie las razones de mi propio éxito y concluí que la causa del éxito es lo que llamo 

"karma social". He escrito un libro nuevo y he diseñado un curso nuevo para bajar a 

tierra este modelo basado en las antiguas tradiciones y poder aplicarlo en la economía. 

¿El resultado? Éxito económico verdadero.

Las teorías empresariales se han centrado en explicar el éxito económico como 

resultado del trabajo duro, la lucha, la competencia feroz, la publicidad... 

pero las empresas siguen cerrando a pesar de contar con masters MBA formados en 

escuelas de negocios. Lo que no saben es que la economía se sustenta en el ámbito 

no visible de: la generosidad, el servicio, la intención compasiva y la ética. La 

"economía de la felicidad" garantiza el éxito total en el 100% de los casos porque se 

basa en la fuerza más potente del universo: el amor.

Autor: Raimon Samsó.

martes, 1 de octubre de 2013

Sin preocupaciones, decisiones correctas



Una persona camina por las montañas y encuentra una gran roca bloqueando el camino, pierde tiempo y energía tratando de remover el obstáculo. Si no puede retirar la roca, esta persona, se sentirá desalentada y se quejará de su mala suerte.  Para un piloto que vuela sobre la escena en un avión, esa roca no representa ninguna dificultad. Existe, pero como observa la situación desde una perspectiva diferente, y su modo de transporte es distinto, continúa su viaje sin la más mínima sensación de que haya sucedido algún contratiempo.

Cualquier situación, dura como parezca, puede ser observada desde una perspectiva diferente. El estado meditativo, es el avión desde donde puedo ver el camino que he tomado para llegar a cierto lugar, y también puedo  ver que es lo que me espera más adelante. La visión del pasado, presente y futuro de cualquier circunstancia me ayuda a mantenerme sin preocupaciones, con serenidad y sobre todo, me ayuda a tomar las decisiones correctas.


Autor: Ken O'Donnell