Vistas de página en total

martes, 24 de septiembre de 2013

La base real de la felicidad


Él contempló con admiración su nueva colección de CDs de bossa nova.  De alguna manera, el ritmo y los acordes inusuales que caracterizan este tipo de música popular brasileña habían calado en él desde su visita a Rio el año anterior.  Sacó el CD de Tom Jobim y lo hizo sonar.
Caminó hacia el balcón, recogió su jugo favorito, de piña, le puso hielo y menta y atravesó las puertas de vidrio.  Por la centésima vez desde que había comprado la casa, bebió contemplando el paisaje.  A mil  metros de altura, estaba rodeado de un bosque subtropical.  Una serie de lagunas azul profundo se expandían debajo, algunas abriéndose hacia el mar turquesa que estaba a sólo cinco kilómetros de distancia.  El sol lanzaba un juego mágico de luz sobre toda esa mágica escena.  
“Tu lasaña está lista, querido”, dijo su esposa, llamándolo desde el comedor.   Se habían casado hacía sólo un año. A pesar que éste era su tercer matrimonio, parecía que finalmente había encontrado alguien con quien compartir su vida.  Ella sabía preparar una lasaña muy buena.
“Tráela a la terraza.  Veo que la mesa ya está puesta.”
“Ya llega”, dijo ella mientras se acercaba presurosa con el humeante plato de porcelana.  Estaba ruborizada y eso la hacía ver aún más bonita.  Tal vez era el orgullo de haber preparado un excelente plato.
“Huele delicioso.  Estoy hambriento.   Algo en el aire de esta montaña me da un apetito voraz.”
Unos minutos después, justo cuando estaba listo para dar cuenta del primer bocado de queso, tomate y pasta, sonó el teléfono.  Fastidiado, dejó su tenedor y dijo “Yo contesto.  Cómo puede ser que cada vez que me siento a comer, el maldito teléfono suena.”  Se apuró para contestar.  Desde el balcón, su esposa podía verlo asintiendo y exclamando.  
Cuando regresó estaba blanco como una hoja.  “¿Qué pasó?, preguntó ella.  “Te sentirás mejor después que hayas comido.”  Se le trabaron las palabras.  “He perdido el apetito.  Era el médico de mamá.  Acaba de recibir los resultados de sus pruebas.  Tiene un tumor en el hígado.  Es maligno.  Esto no se ve bien.”

Comentario:  Creamos nuestros castillos de ilusión con la irreal premisa de que nada podrá jamás derrumbarlos.  A veces, sólo las malas noticias nos pueden volver indiferentes a las preferencias de nuestros órganos de los sentidos. No oímos la música, ni olemos el aire, ni vemos las vistas o siquiera sentimos el sabor de la comida.  No somos conscientes de quienes nos rodean.  Algo ocurre, que no podemos explicar.  Algo que no encaja en nuestro mundo ideal.

La felicidad real no se basa en las cosas que nos rodean, sino en nuestra comprensión de las mismas.
____________________________
Historia corta del libro ”Reflexiones para una vida plena”, por Ken O'Donnell, Editorial Integrare, São Paulo
Traduccion: Maria Elena Larrea

No hay comentarios:

Publicar un comentario