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lunes, 23 de septiembre de 2013

El lado feo del Ego


 


Son las 12:45 p.m. Te quedan sólo 15 minutos de tu hora de almuerzo y luego debes volver a la oficina.  Tuviste que hacer una parada en el supermercado para comprar un par de cosas para la celebración especial de esta noche.  La fila para pagar es larga, incluso en la caja rápida para aquellos con diez productos o menos.  Te pasas a una cola más corta y, por alguna razón, se detiene.  Ves la cola que acabas de dejar avanzar rápidamente.  Mientras tanto, la persona en la caja de tu fila empieza a cuestionar el precio de un producto.  Después de algunos minutos el tema se aclara y entonces él decide cargar el saldo de su teléfono celular.  Transcurren otros cuantos minutos debido a un error con el número de su teléfono.  A estas alturas, empiezas a enojarte y ha hacer comentarios desagradables a la persona detrás de ti.  Elevas el volumen de tu voz para que la cajera te escuche.   Tal vez esperas hacerla sentir culpable para que se apure.  A medida que te acercas, ves que la persona en cuestión tiene un perro guía en una cadena esperándolo pacientemente a su lado. Te sientes avergonzado y buscas dónde esconderte.

Felicitaciones!  Tu ego acaba de emerger su lado más feo.  En realidad, eres tú el ciego.
En latín y griego la palabra 'ego' solo quiere decir 'yo'. Aún cuando el concepto ha sido utilizado por Freud como el mediador entre las urgencias instintivas (ui) y la  realidad, el uso más común se refiere a un sentido de auto-identidad o de auto-suficiencia.  Usualmente se asocia con la arrogancia o el egoísmo.  El problema no es el ego en sí mismo, pero cómo es utilizado.  Después de todo “yo” soy solo “yo”.  “Yo” no soy nadie más.  “Yo” puedo ser lo mejor o lo peor de mí.  Todo depende de cómo me veo en relación con los demás y con los acontecimientos.
En el ejemplo anterior, debido al apuro, la persona de la historia sólo puede ver sus propias necesidades y es completamente ignorante de las necesidades del hombre ciego en la cola.  Este ser miope ve el mundo en función de sí mismo.  Su limitado ego es un sol y las otras personas y cosas giran a su alrededor. 
A través de la práctica de la meditación y de una comprensión de algunas reglas básicas del juego de la vida, yo puedo empezar a relacionarme con un sentido más amplio del ser.  Yo soy un ser espiritual.  Como tal, soy un hijo de la fuente, a la que llamamos Dios, Allah, Jehova, Shiva o lo que fuera.  Tengo una visión más amplia y más profunda del mundo.  Veo a los demás con sus propios derechos y no en función de mis necesidades o deseos.  Veo cómo el pasado impacta en el presente en cualquier escena, y sus futuras consecuencias.  Al ser más amplio y profundo mi enfoque, estoy más estable emocionalmente.  Por lo tanto, el esfuerzo espiritual no consiste en anular el ego, sino en elevar realmente el sentido del ser y ver las cosas como son y no como yo soy.  En la tradición judía, esta parte fea del ego es descrita como un gigante parado en las intersecciones amenazando a la gente con una inmensa hacha.  Los impacientes huyen de él o hacen lo que él quiere.  Los observadores se dan cuenta de que el gigante no tiene pies y no hacen caso a sus amenazas.
Repitamos la escena anterior:

Son las 12:45 pm. Te quedan sólo 15 minutos de tu hora de almuerzo y luego debes volver a la oficina. Tuviste que hacer una parada en el supermercado para comprar un par de cosas para la celebración especial de esta noche.  La fila es larga, incluso en la caja rápida para aquellos con diez productos o menos.  Te das cuenta que la gente en tu fila realmente tiene muy pocos productos.  Esperas pacientemente tu turno y las cosas se empiezan a mover.  A medida que te acercas a la caja, ves una persona con un perro guía tratando de averiguar el precio de algo. Sutilmente empatizas con él.  Llega tu turno y debes pagar por tus productos.  Todavía te quedan cinco minutos para regresar a tu oficina, que está a la vuelta de la esquina.  Te sientes bien.  Misión cumplida.

En esencia, sólo debo ser el mejor “yo” que me sea posible ser.

Autor: Ken O'Donnell
Traduccion: Maria Elena Larrea
Fuente: http://spiritualityinaction.blogspot.com
http://www.brahmakumaris.org/peru

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